Consumo de lácteos en adultos mayores reduce el riesgo de fracturas y de pérdida de masa muscular

Los lácteos constituyen un alimento muy completo para el organismo humano. Su consumo es fundamental para el desarrollo músculo-esquelético durante la infancia y la adolescencia. La nutricionista de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y miembro del Comité Científico de Lácteos del Consorcio Lechero, profesora Carla Leiva, explica que los lácteos aportan no sólo calcio, sino también proteínas de alto valor biológico e incluso naturalmente aportan vitamina D, sobre todo los productos fortificados. Por lo tanto, su consumo reduce el riesgo de fracturas y pérdida de masa muscular (sarcopenia) en adultos mayores. A su vez, la Dra. Arias, nutricionista e investigadora post doctoral del departamento de Nutrición de Universidad de Chile, quien es una de las autoras del libro “Lácteos: Nutrición y Salud”, añade que debe complementarse con adecuados niveles de actividad física.

 

Los ancianos son más vulnerables a tener problemas de huesos, debido a la disminución de densidad mineral ósea, y la sarcopenia, lo que puede devenir en alteraciones de la salud ósea y muscular, haciéndolos dependientes del cuidado permanente y disminución de calidad de vida. “Es algo que nos preocupa y que deberíamos prevenir”, afirma Leiva. La profesora explica que en la adultez y en etapas avanzadas, investigaciones han demostrado que consumir lácteos está directamente relacionado con la preservación de masa muscular, mejoras en fuerza muscular y disminución de posibilidad de fracturas, especialmente en mujeres postmenopáusicas. Además, los ancianos son los que más sufren por las caídas. La OMS estima que los mayores de 60 años son quienes sufren más caídas mortales.

 

Investigación en adultos mayores

 

Un estudio efectuado en Australia, denominado “Efecto del aumento del consumo de lácteos en el riesgo de caídas y fracturas en adultos mayores”, publicado en la British Medical Journal (2021), evaluó el riesgo de fracturas luego de la entrega de productos lácteos a los ancianos, durante dos años. Se incluyó a más de 7.000 personas (mayores de 86 años) y contó con 27 centros intervenidos y 29 de control. En este ensayo, a diferencia de otros, no excluyeron a la población de intolerancia a la lactosa, y no se utilizaron fármacos para la osteoporosis. Al grupo de control permaneció con una ingesta promedio de lácteos de ese país, mientras que, al intervenido, le entregaron mucho más que esa cantidad (aumentaron sus raciones de un promedio de 2 a 3,5 por día, alcanzando un promedio de 1.100 mg de calcio y 1,1g de proteínas/kg de peso).

 

En las Guías Alimentarias Australianas una ración se define por 250ml leche, 200g yogurt y 40g queso al día. También les proporcionaron vitamina D antes de la intervención. Tras dos años de seguimiento, se encontró que la alimentación con queso, leche y yogur en el grupo intervenido, redujo un 33% el riesgo de fractura de cualquier tipo y un 46% el de cadera, y que un 11% de los participantes tuvo menos posibilidad de caída en relación al de control. Otro dato interesante es que después de los 80 años es más difícil aumentar la masa ósea. Sin embargo, este proyecto demostró que independiente de este factor y si hay osteoporosis, se puede incrementar la densidad mineral ósea, con los productos lácteos, que son ricos en proteínas y calcio.

Actividad física

Pese a estos resultados, no sólo con lácteos se puede tener una buena salud ósea. En el mencionado estudio australiano, se especificó que no sirve de mucho una intervención aislada, sino que tiene que complementarse con actividad física, ya que tiene directa relación con la generación de masa muscular y el fortalecimiento de los huesos. Por su parte, la Dra. Arias, detalla que durante muchos años se ha puesto énfasis en promocionar el consumo de leche o sus derivados, pero la prevalencia de fractura de cadera, de debilidad de estructura ósea y sarcopenia, han ido en incremento. En consecuencia, esto pone de manifiesto la importancia de factores ambientales y comportamentales sobre el incremento de osteoporosis y comorbilidades asociadas en esta población.

“En la actualidad las cifras de sedentarismo en la población mundial y local son alarmantes. Cada vez es mayor la cantidad de personas que se moviliza en auto, bus, metro, en las cuales además predominan conductas de tipo sedentarias. Esto es preocupante, debido a que un gran cuerpo de evidencia ha reportado asociaciones entre conductas sedentarias y todas las causas de mortalidad, incluso en personas físicamente activas”, menciona la Dra. Arias. Adicionalmente, a estos se suman los malos hábitos alimentarios, con predominio del consumo de consumo de cafeína, alcohol, cigarrillo, gaseosas, los cuales serían los parámetros más relevantes que determinarían la mantención de masa ósea y la calidad de vida de mujeres postmenopáusicas con osteoporosis.

Es por esta razón, que además de promover la ingesta diaria de lácteos, cree que deberían difundirse las bondades de realizar actividad física. En su opinión, además hay que poner atención a nuestra condición física, nuestra masa muscular y también a cómo esto va a influir en nuestra composición corporal y el tejido adiposo (grasa). “Hacer ejercicio no sólo ayuda a la estructura ósea del cuerpo, sino a la salud cardiovascular, por ejemplo, reduciendo factores de riesgo de mortalidad por todas las causas”, expresa. En este sentido, la Organización Mundial de la salud recomienda realizar 150 a 300 minutos a la semana de actividad física, de moderada a intensa, y que idealmente se acompañe de actividades que ayuden a desarrollar fuerza muscular, justamente para evitar las caídas.

Arias añade que el entrenamiento tiene que ser adaptado e incorporar otras condicionantes de la condición física, que tienen que ver con trabajos de equilibrio, por ejemplo. “También es relevante que la persona de más edad disfrute de aquella actividad como tal. Finalmente, lo que queremos es que la conducta se mantenga en el tiempo, transformándose en un “hábito», consiguiendo beneficios a largo plazo”, comenta.

Fortificar con vitamina D

La nutricionista de la PUC resalta que los productos lácteos se fortifican en muchos países, no solo con proteínas y calcio, sino también con vitaminas y una de las más relevantes que está en estos productos es la D. “Los lácteos, en general, no son tan buena fuente de vitamina D, pero sí son un excelente medio de transporte. Eso hace que, en países como Canadá, Estados Unidos o Finlandia, se les agregue como suplemento”, indica Leiva.

Esta vitamina tiene funciones sobre la masa muscular, porque estimula la miogénesis (creación de nueva masa) y la contractilidad. “Por eso es como una tríada de vitamina D, calcio y proteínas, que ejercen esta función de preservar masa muscular, intervenir en el recambio óseo y en la absorción intestinal de calcio”, señala. En el caso de Chile, comenta que actualmente no existe una legislación que obligue a las empresas a fortificar con vitamina D, “pero si hay algunas empresas que voluntariamente lo están haciendo, e incluso le agregan a la leche más calcio de lo que ya tiene”, destaca.

Leiva comenta que se está trabajando para en algún momento tener una ley al respecto, que mandataría a la industria procesadora láctea para que fortifique la leche con dicho nutriente. La experta señala que, si un anciano tiene un hueso recubierto con poca masa muscular, el riesgo de fractura aumenta, porque hay poca protección.

 

 

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